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| Agencia Efe

Una exposición narra la evolución de la escritura desde sus orígenes a hoy

El Museo de las Culturas del Mundo se aproxima a la evolución de la escritura desde sus orígenes hasta la actualidad en su primera exposición temporal, «Escrituras. Símbolos, palabras, poderes».

Una pieza de la exposición «Escrituras. Símbolos, palabras, poderes». Foto: ©Efe/Toni Albir

La exposición, comisariada por el lingüista Miguel Peyró, reúne 43 piezas, procedentes de diversos museos e instituciones de todo el mundo, así como de coleccionistas privados.

Entre estas piezas, Peyró ha destacado ejemplares únicos, como el Glosario tangut-chino, chino-tangut, del Instituto de Manuscritos Orientales de San Petersburgo, o un tintero procedente del yacimiento arqueológico de Khirbet Qumrán (Cisjordania), de la misma época de los Rollos del Mar Muerto, del Museo de Israel.

El Glosario tangut-chino permitió descifrar una escritura creada en el s. XI y utilizada hasta el s. XIII para fijar una lengua birmano-tibetana que se hablaba en el antiguo reino de Xixia, dentro de China, con un alfabeto formado por 6000 caracteres y considerado «el más complejo jamás inventado por el ser humano».

Destacan también, «por la belleza de su trazo», el manuscrito El caballero de la piel de tigre, del Centro de Manuscritos de Georgia, o el misterio de las letras pigmentadas en recipientes mágicos en lengua mandea y aramea, provenientes del Museo de Montserrat.

A través de las piezas exhibidas se explican las características básicas de la escritura, las claves de su descifrado, qué tipologías existen en todo el mundo y sus connotaciones identitarias, estéticas y sociales.

«Más allá de simples herramientas gráficas para la difusión del conocimiento, sustitutorias del lenguaje hablado, se trata de representaciones complejas y reveladoras de las diferentes sociedades que las utilizan», ha destacado.

Además, Peyró ha comentado que «cada cultura ha solucionado de manera diferente la cuestión de la escritura, dependiendo de los materiales, de las tradiciones o de qué era importante para conservar y qué no».

La muestra, que estará abierta al público hasta el próximo 31 de enero, no pretende ofrecer, según el comisario, un estudio evolucionista de las escrituras, «una tradición muy negativa, porque cada escritura del mundo es un logro en sí mismo y no un paso más hacia las lenguas occidentales».

La exposición parte de qué es escritura, que no es otra cosa que una forma de dibujar y de delimitar la diferencia entre la escritura y el grafismo.

En su origen, las escrituras, que no eran un fenómeno universal, no necesariamente reflejaban sonidos aislados como lo hacen los alfabetos occidentales, sino que podían evocar grupos más complejos de sonidos u otros elementos de la comunicación, como ideas completas, palabras, como se puede ver en un vaso maya de Guatemala (600-900).

La muestra se detiene también en «los poderes de las escrituras», es decir, los usos, la importancia social y cultural que tenían, más allá de meros reproductores de la palabra y del conocimiento.

En Europa, recuerda Peyró, tenemos alfabetos tradicionales como el latino, utilizado por la tradición cristiano romana, y el cirílico, vinculado a la tradición cristiana ortodoxa.

Esa cuestión de identidad está también detrás de la decisión de un país no árabe como Irán, que opta por el alfabeto árabe; de la caligrafía farsí de las escrituras árabes de Pakistán, India y Afganistán, que se asocia a la tradición cultural persa; o del estilo gótico de la escritura latina en Europa, que se vinculó al pangermanismo.

El itinerario expositivo concluye con «una llamada al público a que se convierta en un nuevo Champollion —el traductor de los jeroglíficos a partir de la piedra Rosetta— e intenten descifrar lenguas hoy todavía desconocidas para los investigadores como el íbero», representado en el museo por una estela de Cabanes (siglos II-I a.C.).

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