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| Agencia Efe

Un estudio de la UAH señala que la forma de hablar ya no indica clase social

Un estudio lingüístico realizado por profesores de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Alcalá de Henares (UAH) señala que la forma de hablar ya no es un factor indicativo de la clase social o el nivel cultural.

En una entrevista con Efe, el profesor Florentino Paredes explica que la situación ha cambiado mucho desde el Franquismo, cuando la posición social o el sexo eran fácilmente deducibles según el vocabulario utilizado en un discurso, por ejemplo, en el apartado del mayor o menor uso de palabrotas o exabruptos.

«Ahora los tacos están presentes en la forma de hablar de todos los grupos sociales, y en las mujeres jóvenes apenas hay diferencias entre las que no tienen estudios y las que sí», señala el profesor Florentino Paredes.

De hecho, a diferencia de lo que ocurría en el pasado, las mujeres jóvenes van por delante de los hombres en la tendencia a recurrir a palabras malsonantes, según Paredes.

Como en otras facetas, en el lenguaje las mujeres han adoptado los usos y costumbres masculinos como una herramienta para facilitar su igualación e integración en la vida social.

«Las mujeres siempre fueron más cuidadosas en los usos lingüísticos, pero esa reticencia a usar tacos en relación con los hombres solo es destacable ahora en las mujeres con estudios y de avanzada edad», sostiene el profesor.

En ese sentido, el experto en dialectología, sociolingüística y lexicología de la UAH señala que la «globalización» de los tacos en España guarda relación, por una parte, con la posibilidad de hablar abiertamente de temas que estaban vetados en la época de la dictadura y, por otra, con la extensión de la forma de tratamiento igualitario con ‘tú’.

Por definición, las palabrotas remiten a un contexto en el que existe algún tipo de violencia o ruptura, de transgresión social, según Paredes.

«De ahí que las palabras que se transforman en tacos suelen estar relacionadas con los temas que la sociedad considera tabú: el ámbito escatológico (‘mierda’), el religioso (‘hostias’, ‘la virgen’, ‘copón’), el de los defectos físicos o psíquicos (‘imbécil’, ‘idiota’, ‘estúpido’) y, sobre todo, el sexual (‘joder’, ‘coño’, ‘cojones’, ‘polla’, ‘cabrón’, ‘hijo de puta’, ‘cornudo’, ‘maricón’, etc.)”, comenta.

El estudio lingüístico liderado por la profesora Ana María Cestero y en el que participa Paredes evidencia la actualidad de los términos citados, aunque no así el de aquellos que funcionan como eufemismos de los anteriores.

«Están desapareciendo expresiones que evitan el taco directo como ‘concho’ o ‘contra’, en lugar de ‘coño’; o ‘caray’, en lugar de ‘carajo’, porque hoy nos parece repipi hablar así», señala Paredes.

Además, ese recato en el uso de los tacos da al traste con el poder liberador que su uso puede proporcionar al hablante.

«Las palabrotas se usan porque son útiles, porque si no habrían desaparecido ya de la lengua, y eso es debido a que tienen una función terapéutica, que evita a veces que las cosas vayan más allá en una discusión», añade Paredes.

Según el profesor, «lo que empobrece el lenguaje no es el uso de los tacos, sino su abuso. El utilizarlos como una muletilla, como decir en cualquier situación ‘¡De puta madre!’, evidencia la falta de recursos lingüísticos para calificar las cosas con matices».

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