Noticias del español

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| Víctor Hurtado Oviedo (La Nación, CostaRica)

Gómez Font: «Para saltarse las normas, hay que conocerlas»

Por buen camino. Crítico pero optimista, el coordinador de la Fundéu analiza nuestro idioma.

Alberto Gómez Font es lingüista y barman (generalmente en este orden); también es el coordinador general de la Fundación del Español Urgente (Fundéu BBVA), organismo patrocinado por la Agencia Efe y el BBVA que, entre otras labores, responde consultas sobre el uso del idioma.

Gómez Font es coautor del Manual de español urgente (libro de estilo de la Agencia Efe) y autor del libro Donde dice… debiera decir… (Manías lingüísticas de un barman corrector de estilo) , que reúne muchos artículos y conferencias suyas sobre el lenguaje.

Alberto Gómez Font vivió parte de su infancia en Colombia y viaja constantemente por los países americanos, donde escucha, aprende y enseña. Hace poco, él estuvo en Costa Rica invitado a participar de una mesa redonda sobre el idioma organizada por la Escuela de Literatura y Ciencias del Lenguaje de la Universidad Nacional y las embajadas de España y México.

Este catalán también experto en lengua árabe se da tiempo para cultivar una singular afición: preparar cocteles dondequiera que viaje. Él insiste en que no es igual un dry martini que un martini dry: a veces, el orden de los anglicismos altera el producto.

En su libro Donde dice… debiera decir…, usted confiesa que ha pasado del purismo a la tolerancia. ¿Es mejor esta última actitud?

No sé si es mejor… Solo sé que yo estoy más cómodo, más contento, más sonriente, más relajado. Me da la sensación de que los puristas están siempre tristes y se la pasan sufriendo por los supuestos maltratos que sufre la lengua en manos y en boca del pueblo.

«El purismo es inevitable cuando uno es joven, acaba de terminar sus estudios de filología y comienza a trabajar como corrector de textos —este fue mi caso—. Se da ahí un exceso de celo que finalmente conduce a la intransigencia, y ambos son incompatibles con una lengua tan viva y tan dinámica como la nuestra.

«Además, se da el caso curioso de que quienes mantienen posturas muy puristas son los que menos saben de lengua; su afán es bueno, pero se equivocan muchas veces y llegan a decir cosas como que presidenta es un uso incorrecto porque, en español, los nombres terminados en ente o ante no tienen flexión de género».

Entonces, ¿cómo se equilibrarían la norma y la tolerancia?

Para lograr ese equilibrio es necesario conocer los secretos de la coctelería y tener sentido común; así se pueden poner las dosis convenientes de norma y de tolerancia para que el resultado final sea un coctel correcto, un coctel que demuestre que ese barman, ese hablante, conoce a fondo la lengua en la que se comunica, maneja bien todos sus resortes y sabe cómo actuar en cada momento.

«Para poder saltarse las normas es necesario conocerlas previamente, y para manejarse bien en la tolerancia al cambio hay que poder percibir de dónde viene ese cambio y por qué se está dando. La cosa no es nada fácil».

¿Cree que «el pueblo hace el idioma» cuando influye tanto lo que se oye en la radio y la televisión?

No es que yo crea que el pueblo hace el idioma, sino que siempre ha sido así. No conozco ninguna lengua que no esté hecha por el pueblo que la habla. No hay laboratorios (los casos son muy raros, como el esperanto) donde se fabriquen idiomas; no hay personas que tengan el encargo de inventar el idioma que hablamos todos.

«Lo que se oye en la radio y la televisión y lo que se lee en los periódicos es casi siempre un reflejo de lo que se habla en la calle, aunque, de vez en cuando, algún periodista se sienta iluminado e invente algún término, o le cambie el significado a otro ya existente, o juegue (quizá sin darse cuenta) a cambiar algunas normas de la gramática».

Como aquello de «infracción cometida sobre Raúl»…

Ese ejemplo es muy bueno: ahí, los puristas argumentan que esa infracción o esa falta no se cometió encima de (sobre) Raúl y que, por lo tanto, hay un uso erróneo de la preposición sobre; pero no se paran a pensar que ese uso ya está acuñado, ya está asentado, y que es un uso propio de una jerga determinada, la del fútbol.

¿Cómo podría demostrarse la unidad que existe entre el español de América y el de España?

Es bien fácil: basta con ver tres o cuatro capítulos de tres o cuatro telenovelas o culebrones producidos en tres o cuatro países distintos. Basta con sintonizar el canal en español de CNN Atlanta. Basta con viajar de vez en cuando por España y América.

«Hay, además, un interesante estudio sobre el español internacional en los medios masivos de información, dirigido por el lingüista mexicano Raúl Ávila, en el que se demuestra que el léxico empleado en los noticieros de televisión de las capitales de los países hispanohablantes es común a todos en más del 98 %; es decir, las palabras diferentes, localismos, se reducen en ese ámbito a menos del 2 %. Esa unidad se mantuvo en el momento de las independencias americanas y se mantiene gracias a la fijación de una ortografía y al nacimiento de las Academias de la Lengua».

¿Cree que la intercomunicación de Internet modifica el lenguaje o que se usa el mismo idioma con mínimas variantes?

Es el mismo idioma, pero evoluciona más rápidamente pues las innovaciones tardan muy poco tiempo en llegar a todos los hispanohablantes y estos tardan muy poco tiempo en adoptarlas o rechazarlas. La Internet es otro medio que actúa en favor de la unidad del español y de su uso cada vez más unificado.

«Sí ocurre, debido a la preponderancia del inglés en la red, que los préstamos de esa lengua son cada día más numerosos, pero ello no modifica de manera significativa al español, sino que le aporta caudal léxico».

¿Ha influido en la lengua el uso de las computadoras?

La llegada de las computadoras y del correo electrónico influyó bastante en el uso del español, y su influencia fue y sigue siendo negativa en un aspecto.

«Desde la aparición de los programas procesadores de textos, se ha descuidado mucho la corrección al redactar y se ha confiado en exceso en los correctores automáticos que, la mayor parte de las veces, en lugar de ayudar, empeoraran la calidad de los escritos».

¿Hay extranjerismos técnicos intraducibles (link, home page…) o solamente desidia para encontrar términos equivalentes?

Sí hay muchos extranjerismos intraducibles o muy difíciles de traducir, pero no son ni mucho menos la mayoría, pues en nuestra lengua tenemos recursos suficientes para nombrar las cosas, para nominarlas. En el caso de los ejemplos que usted sugiere, las traducciones son bien fáciles: la de link es enlace y la de home page es página principal.

«En los casos en los que no es posible la traducción, esas palabras pasan, habitualmente, por dos estadios: al principio se escriben respetando su forma inglesa y marcándolas con letra cursiva (también llamada itálica); después, casi siempre, terminan adaptándose a nuestra ortografía y pasan a escribirse con letra redonda, como pasó con scanner, que hoy escribimos e scáner.

¿Perjudica al uso correcto del idioma el lenguaje abreviado de los mensajes telefónicos?

«Aunque muchos se llevan las manos a la cabeza y se muestran horrorizados por ese nuevo código de escritura, lo cierto es que en ese grupo de gente alarmada apenas hay lingüistas. Hasta hoy no he escuchado a ningún lingüista de prestigio afirmar que ese tipo de abreviaciones y acortamientos pueden dañar a nuestro idioma o influir en nuestra ortografía.

«Yo soy de los que opinan que no es un peligro pues ese código solo tiene un uso restringido a determinados medios de comunicación (teléfono y computadora), y además se circunscribe a un grupo de hablantes de determinada edad.

«Si los profesores de lengua española hacen bien su trabajo en las escuelas, no hay nada que temer pues los niños y las niñas aprenderán a escribir correctamente y después jugarán a saltarse las normas, pero conociéndolas de antemano. Eso es muy importante».

¿Cuáles serían los límites para el uso de un lenguaje feminista o no ofensivo para las personas?

Los límites los marcamos los hablantes, los usuarios de la lengua, que somos, al fin y al cabo, los propietarios legítimos e indiscutibles.

«El empleo de un lenguaje no sexista, no racista, no discriminatorio, debe ir surgiendo en una sociedad en la que se tiende a la igualdad, y los hablantes –especialmen-te los que trabajan en los medios de comunicación– pueden hacer mucho para favorecer e impulsar los cambios necesarios pues lo que ellos digan o escriban será la pauta, fijará la norma por la que se regirán todos los hablantes.

«El español, como otras lenguas latinas, es muy masculino, y en la sociedad actual debemos cambiar muchos usos y hacer visibles a las mujeres pues no en vano son la mitad de la población, mitad que ha estado oculta muchos años».

¿Debe el Diccionario de la Real Academia Española «purgarse» de términos supuestamente ofensivos?

El DRAE no debe «purgarse», pero sí debe revisarse a fondo, bien a fondo, hasta los últimos rincones. Ese gran diccionario necesita muchos cambios, no solo en lo relacionado con el lenguaje sexista, racista o discriminatorio, sino en general, si bien, en lo tocante a las mujeres, esa revisión y sus correspondientes cambios están tardando mucho en llegar.

«El Diccionario se ha quedado algo rezagado con respecto a la realidad del uso cada vez más natural y más extendido de un español no sexista. Existen avances que no se reflejan en sus páginas, aunque también hay que decir a su favor que, en los últimos años, el cambio ha sido notable, y ello puede verse especialmente en la edición en línea que está accesible en la página de Internet de la Real Academia Española.

¿Hacia dónde va el idioma?

El español camina hacia una lengua global, hacia un español cada vez más estándar, más internacional, pues, gracias a la inmediatez de los medios de comunicación, los hispanohablantes de los distintos países hispánicos conocemos cada vez más las variantes de zonas muy distantes.

«Poco a poco va naciendo un español de todos, y es una lengua muy viva, muy dinámica, con constantes innovaciones, con cambios continuos. Además, el español ya es, por derecho propio, una de las principales lenguas de cultura. En resumen: el español va por muy buen camino».

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