Noticias del español

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| Alberto Gómez Font, Coordinador general de la Fundación del Español Urgente (Madrid)
El Tiempo (Colombia)
Lunes, 12 de marzo del 2007

NO ES ACERTADO DIVIDIR EN DOS LAS FORMAS DE HABLAR ESPAÑOL: LA DE ESPAÑA Y LA DE AMÉRICA

No por lo menos desde el punto de vista de la lingüística. Y es que al hablar del español de América hay que andar con tiento.


Si bien al decir 'español de España' podemos referirnos a determinado modelo de pronunciación del centro del país del que son partícipes muchos españoles, exceptuando Andalucía y las islas Canarias, al decir 'español de América' debemos tener en cuenta que no existe una sola forma de hablar nuestra lengua que sea común a todos los países hispanoamericanos, a Estados Unidos. Cada país de la América hispanohablante posee unos rasgos propios que caracterizan su forma de hablar en español, e incluso dentro del país, como sucede en España, se dan varias formas dialectales.

En Colombia, por citar al país donde se celebrará el IV Congreso Internacional de la Lengua Española, existe el dialecto 'costeño' de la costa atlántica, el de la costa del Pacífico y los dialectos andinos oriental y occidental, comunes respectivamente a la costa atlántica de Panamá, la de Venezuela y las islas del Caribe (Cuba, Puerto Rico y República Dominicana); las costas del Pacífico de Panamá, Ecuador y Perú, y las zonas andinas de Venezuela y Ecuador.

En Cartagena, sede del congreso de la lengua, se habla la variedad conocida como 'costeño', muy distinta de la variedad andina conocida como 'paisa' que se habla en Medellín, donde se celebrará otro congreso: el de las academias de la lengua española.

Las variantes dialectales del español hablado en América son múltiples, pero a pesar de las diferencias existentes hay un español internacional, estándar, basado en la forma culta, que sirve como instrumento de comunicación entre todos los hispanohablantes.

Hoy en día este tipo de español está cada vez más extendido gracias a los medios de comunicación, y lo que tradicionalmente era privilegio de las capas de población con un nivel cultural alto comienza a ser patrimonio de todos los hispanohablantes.

Las corrientes de emigración de España hacia América a lo largo de toda la historia de aquel continente han hecho que el español hablado en España siempre haya estado presente en los países hispanoamericanos, con mayor o menor presencia según las épocas y las zonas de asentamiento de los emigrantes.

En cambio, el español hablado en América no tuvo tanta presencia en España hasta los últimos cincuenta años en los que, principalmente gracias a los medios de comunicación, y últimamente gracias a la inmigración, ha ido entrando y haciéndose habitual en nuestros oídos.

El proceso de entrada en España de las variantes dialectales del español de América comenzó a finales de la década de 1940 con la difusión masiva de películas mexicanas y argentinas, que fueron muy celebradas en nuestro país durante toda la década de 1950.

A partir de aquel momento los españoles se familiarizaron con dos formas americanas de hablar en español hasta entonces casi desconocidas para el gran público. Algunos años después, ya avanzada la década la década de 1960, cuando la televisión comenzaba a ser corriente en la mayoría de los hogares españoles, llegaron las teleseries norteamericanas dobladas en Puerto Rico, y con ellas una nueva forma de hablar en español en América, esta vez algo extraña, puesto que se trataba de un intento de lograr un español neutro, un híbrido válido para todos los países hispanohablantes en el que se huía de las características propias de un solo país. Era una cuestión comercial, pues se trataba de vender dichos doblajes en toda América y en España.

De todas formas se adivinaba la procedencia puertorriqueña de los dobladores por la gran cantidad de anglicismos que utilizaban, si bien, dejando a un lado el lógico seseo y algunas voces desconocidas en España, usaban un español muy cercano a la norma culta.

En la década siguiente, la de 1970, la situación política del Cono Sur llevó al exilio a muchos de sus habitantes, y gran parte de ellos decidieron refugiarse en España. El número de exiliados argentinos, uruguayos y chilenos fue importante y muchos de ellos se asentaron definitivamente en nuestro país. Fue así como se hizo cada vez más familiar y cotidiana para los españoles la forma de hablar de los naturales de aquellos tres países.

Otro salto de década y nos encontramos a finales de la de 1980, momento de llegada a España de las primeras telenovelas producidas en Hispanoamérica. Comenzó el fenómeno en 1988 con una producción mexicana titulada Los ricos también lloran. Después llegó un divertido y exitoso melodrama colombiano llamado Caballo viejo, en el que los actores hablaban con el acento propio de la costa atlántica de aquel país. Y la tercera en llegar, antes de la actual invasión, fue la venezolana Cristal en la que era fácil notar una marcada diferencia entre la forma de hablar de la clase alta ya la clase trabajadora venezolanas.

Después han llegado muchas telenovelas, principalmente de Venezuela y Argentina, de modo que ya la forma de hablar de todos esos países de América no extraña a ningún televidente español.

Ya nos hemos habituado a las diversas variantes dialectales del español de América y ya logramos entender algunas voces, giros y expresiones que hace unos años eran completamente ajenos a nuestro caudal léxico.

Desde hace ya algunos años, el medio que actúa como principal canal de transmisión de todas las formas de hablar en español es la televisión ya que, además de las telenovelas, hay un continuo trasvase de actores y presentadores de programas entre todos los países hispanos; un presentador de moda lo es igual aquí que en México o en Caracas. Y, por último, han adquirido gran importancia en el terreno de la comunicación lingüística las transmisiones de TV vía satélite, que permiten un contacto constante y enriquecedor del español de América y el de España.

Los que hablamos en 'español de España' tenemos la obligación de estar abiertos y atentos a todo lo que nos llegue del otro lado del charco, pues no podemos olvidar que en América viven el noventa por ciento de los hispanohablantes, y muy probablemente, debido a que ellos se preocupan más que nosotros de cuidar nuestra lengua, el futuro del español esté en Hispanoamérica.

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