Noticias del español

| Agencia EFE

La lucha por la audiencia en televisión, culpable de vulgarizar el lenguaje

La búsqueda de mayor audiencia, la guerra entre medios y la intervención en algunos programas de personas poco formadas son los motivos por los que la prensa del corazón, principalmente en televisión, ha vulgarizado su lenguaje y sus contenidos.

Esta es la principal conclusión de la mesa redonda que hoy ha centrado la segunda sesión del seminario internacional de lengua y periodismo, Los periodistas, maestros del español, que se celebra en San Millán de la Cogolla (La Rioja), organizado por las fundaciones Fundéu BBVA y San Millán de la Cogolla.

La mesa redonda ha reunido a profesionales de la «crónica rosa» en prensa escrita y televisión, María Eugenia Yagüe y Beatriz Cortázar, al redactor de sociedad de La Vanguardia Josep Playá, y a las profesoras universitarias María Ganzabal, del País Vasco, y Ester Brenes, de Sevilla.

María Eugenia Yagüe y Beatriz Cortázar han coincidido en culpar a la televisión de la degradación de la crónica de sociedad.  Para la primera de ellas, la prensa del corazón «puede ser exactamente igual en su mecánica que cualquier otra», pero «la televisión es la que ha vulgarizado a las revistas».

Una situación que, según Yagüe, tiene difícil solución, porque «ese tipo de información da mucho dinero, el todo vale está más vigente que nunca y si algo da audiencia, no hay que cuestionarse si es ético o si se habla mal».

Beatriz Cortázar, por su parte, ha incidido en que en los últimos años se ha impuesto «la llegada a platós de televisión de personajes de los más diversos orígenes» en los que «la audiencia premia su gracejo y sus vulgaridades, como parte del espectáculo en el que el lenguaje es solo un elemento».

Ha reconocido que en muchos programas de televisión «los errores se convierten en chistes» y «eso le gusta al pueblo llano», pero también ha considerado que «la audiencia no obliga a ser soez y también aprecia el buen lenguaje, aunque eso requiera más esfuerzo».

La profesora de la Universidad del País Vasco María Ganzabal ha defendido la existencia de «revistas del corazón de alta gama», que sí cuidan el lenguaje y a las que no se puede acusar de vulgarizar el idioma.

En su opinión «hay otros medios que tratan a patadas el lenguaje» como el cine o «algunos periódicos deportivos», y no ese tipo de revistas ni los suplementos de sociedad de los periódicos, que son «otro ejemplo de prensa del corazón excelente», ha dicho.

La profesora de la Universidad de Sevilla Ester Brenes también ha afirmado que «no se puede generalizar» al decir que la prensa del corazón vulgariza el lenguaje, aunque sí que hay «continuas transgresiones de un determinado sector de esa prensa». Incluso en los programas de televisión, «nunca un profesional del periodismo comete muchos errores lingüísticos», pero «lo que ocurre es que en esos programas cada vez hay menos profesionales», porque «su lugar lo ocupan famosillos», ha explicado Brenes.

El periodista de sociedad de La Vanguardia Josep Playa ha ligado la presencia en medios de comunicación de personas que no son profesionales a una «vulgarización democrática de la información», un fenómeno que, en su opinión, «no tiene vuelta atrás».

Playa ha relacionado esa vulgarización con la expansión de los medios, dentro de un contexto marcado por «la batalla global de los medios entre sí» que «se juega cada día en el triángulo de la publicidad, la audiencia y los contenidos».

El exdirector del Nuevo Herald de Miami Humberto Castelló ha participado en otra mesa redonda del congreso, en la que se ha debatido si los medios son un «escaparate de nuevas palabras».

Ha asegurado que la vulgarización del lenguaje en televisión, en Estados Unidos e Iberoamérica, en general, «es muy similar a lo que sucede en España» sobre todo por la presencia de «chabacanería y chusquería en todos los medios».

Sin embargo, Castelló cree que, «aunque la televisión tenga más responsabilidad, la prensa y la radio también la tienen» y una de las posibilidades para reducir este fenómeno puede ser «una mayor regulación» como la que existe en Estados Unidos.

 

¡Hola!

¿Has buscado tu duda en nuestra web?

Si no la encuentras, rellena este formulario:

Los campos con * son obligatorios