De los préstamos de otros idiomas, tenemos cuatro tipos: 1. extranjerismos no adaptados (es decir, voces con presencia en el Diccionario de la Real Academia Española, DRAE, pero con la grafía original); 2. extranjerismos adaptados (vocablos a los que han aplicado las reglas del castellano); 3. xenismos (vocablos que no tienen una equivalencia porque refieren a una realidad distinta, como lord, samurái, sir, ayatolá, talibán; pero necesarios para expresar ideas); 4. Calcos semánticos (que son copias de la construcción original en vocablos propios).
De los extranjerismos no adaptados tenemos dos tipos: 1. los que se han incorporado al diccionario oficial tal cual, como ‘iceberg’, –que, de acuerdo a la pronunciación, debía escribirse *aisberg–, ‘jazz’ –que debía escribirse yas–; y copyright y hardware, que a diferencia de las anteriores, en estos vocablos es obligada la cursiva pues es evidente su incorporación tal cual del inglés (extranjerismo crudo, se les llama); aquí también entrarían los que se incorporaron sin adaptación, pero que fonéticamente no representaron una complicación, como las voces ‘control’ y ‘monitor’, ambas del inglés; 2. los que no están incorporados al DRAE, pero que son de uso regular, como Levis (que la gente pronuncia como *livais, refiriéndose no solo a la marca de pantalón sino a todo tipo de pantalón de mezclilla) o los tupper (*toper, llaman a los recipientes plásticos con tapa en México y *taper en España).
De los extranjerismos adaptados igualmente están los incorporados al DRAE y los que no. En el primer caso están voces como ‘mitin’, del inglés meeting (reunión), futbol del inglés foot ball (balón pié); en el segundo caso (al menos en el Bajío mexicano) *yonkee, nombre con el que se anuncian los depósitos de automóvil de desecho, los que antes llamaban inapropiadamente *deshuesaderos, por corrupción de *desusaderos (otra palabra mal usada, pero mejor construida).
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