Noticias del español

| Javier Cavanilles (culturplaza.com, España)

El porno también se traduce

Estefanía G. Casset, argentina afincada en Valencia, forma parte del único grupo de investigación que hay en el mundo sobre la traducción del lenguaje erótico y pornográfico.

Con la irrupción de los food trucks se planteó un pequeño debate en la comunidad de traductores a instancias de la Fundación del Español Urgente (Fundéu): ¿cómo hay que llamarlos en castellano? Se optó por gastronetas combinando gastronomía y furgoneta. Ahora solo falta que el palabro cuaje entre el público. Si se consigue, se evitará un barbarismo; si no, el idioma se empobrecerá una palabra más. Hay más ejemplos, algunos muy curioso: ¿qué usan las mujeres para darse un gusto?

La cuestión no es baladí, según explica la argentina afincada en Valencia Estefanía G. Casset: «En castellano, tenemos dos términos básicos para designar un juguete sexual: consolador (aunque desde el punto de vista de los estudios de género, este término resulta peyorativo para los usuarios) y vibrador. La diferencia reside en que el primero no contiene un elemento mecánico que hace que se mueva y el segundo sí. Este matiz se pierde al utilizar el término genérico en inglés, dildo, que el público usa indistintamente».

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