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| Pedro Pablo G. May (Agencia Efe)

Del esperanto al klingon, la obsesión por la lengua universal

Del quenya al klingon pasando por el simlish o el alto valyrio, los idiomas extravagantes forman parte del imaginario de la literatura fantástica y en ocasiones tienen tanto cuerpo gramatical como el volapük o el esperanto, lenguas artificiales creadas para la comunicación en el mundo real.

El hervidero político europeo durante el siglo XIX, alimentado por el Romanticismo, desembocó en nacionalismos extremos que habrían de conducir durante el siglo siguiente a los dos peores conflictos bélicos registrados históricamente en el Viejo Continente.

Como reacción a estos movimientos exageradamente patrióticos, un puñado de idealistas lanzó la idea de crear un lenguaje universal como vehículo de fraternidad para evitar los enfrentamientos internacionales y así surgieron varias iniciativas en el mundo real que tuvieron su reflejo posterior en el género fantástico, donde además sirvieron para dotar de estructura y credibilidad a algunas de sus obras más famosas.

El párroco católico alemán Johann Martin Schleyer fue el primero en diseñar una lengua artificial destinada a facilitar la comprensión entre las distintas culturas en una Europa que había comenzado el siglo XIX con las guerras napoleónicas y se acercaba a su final tras la guerra francoprusiana y los conflictos exteriores como el de los bóers en Suráfrica o el de los bóxers en China.

Schleyer creó el volapük en 1879 basándose en el lema «Menefe bal, püki bal» (‘Una única lengua para una única humanidad’) y obtuvo un gran éxito de inmediato: 100 000 personas de 280 asociaciones llegaron a utilizarla y publicar más de 300 libros de texto.

Pero su complejidad gramatical y, sobre todo, los enfrentamientos entre su fundador y uno de sus discípulos, el holandés Auguste Kerckhoffs, terminaron con su popularidad.

Muchos partidarios del idioma universal se pasaron entonces al esperanto, un experimento similar impulsado por el oftalmólogo judeopolaco Ludwik Lejzer Zamenhof, quien también conocía el volapük.

De hecho, hablaba alemán, polaco, ruso, yiddish, latín, griego, hebreo clásico, francés e inglés, además de poseer conocimientos básicos de español, italiano y otras lenguas.

Zamenhof soñaba con el perfecto idioma auxiliar para la comunicación internacional y en 1887 publicó el Unua Libro (‘Primer Libro’) que describe el esperanto tal cual hoy lo conocemos aunque, pese a sus esfuerzos, ninguna nación lo adoptó jamás como lengua oficial y se estima que hoy día lo manejan menos de 10 000 personas.

Entre los escritores del género fantástico que han desarrollado lenguajes artificiales para sus obras, el gran maestro es J.R.R.Tolkien, el autor de El señor de los anillos y El hobbit.

Lingüista destacado, desarrolló durante toda su vida algunos de sus idiomas más famosos, como el quenya o lenguaje de los altos elfos de Valinor. También creó el sindarin o élfico gris, el adunaico de Númenor y otros, hasta un total de quince lenguajes diferentes.

Dentro de la Ciencia Ficción propiamente dicha, uno de los idiomas artificiales más populares es el klingon, desarrollado por otro lingüista, el norteamericano Marc Okrand, quien recibió el encargo de dotar con su propio idioma a la belicosa y homónima raza extraterrestre que aparece en Star Trek.

A este idioma se han traducido algunas obras de Shakespeare como Hamlet y Mucho ruido y pocas nueces porque, como dice el Canciller Gorkon, uno de los personajes klingon: «usted no ha experimentado realmente a Shakespeare hasta que no lo ha leído en el klingon original».

Okrand también inventó el vulcaniano, idioma de los nativos de Vulcano como el doctor Spock, aunque la frigidez emocional y la rigidez social de esta raza lo han convertido en una lengua poco utilizada.

Menos elaborado es el Simlish o lengua ficticia de los videojuegos de Maxis para sus aventuras con los Sims.
Pese a su sencillez, es un lenguaje difícil ya que está compuesto por balbuceos y sonidos como el de los bebés, con expresiones como «sool-sool» (‘hola’) o «veena fredishay» (‘Vamos a jugar’).

El idioma de moda en el fandom en la actualidad es el alto valyrio, una lengua muerta pero recordada a través de multitud de canciones y libros que aparecen en la saga de Hielo y Fuego de G.R.R. Martin, popularizada mundialmente gracias a la serie televisiva de Juego de Tronos.

Su frase más popular es «valar morghulis» (‘todos los hombres deben morir’), como bien saben los numerosos personajes decapitados, apuñalados, quemados, envenenados y, en general, asesinados por Martin en sus libros.

De todas formas, hay que recordar que la ciencia ficción resolvió hace mucho tiempo el problema del lenguaje universal gracias a la telepatía. Pero ésa es otra historia…

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