Noticias del español

| Elena  Álvarez Mellado (eldiario.es, España)

Cuando «literalmente» ya no es literal

Se nos gastó literalmente de tanto usarlo. Desde hace tiempo, no es raro encontrárselo en contextos en los que no hay nada de literal en lo que se dice.

(…) Habitualmente, la palabra literalmente se ha usado para indicar que lo que se está diciendo no es una exageración o una forma de hablar: si algo ocurre de forma literal, quiere decir que ocurre tal y como lo estamos verbalizando, en un sentido no metafórico. Resulta que buena parte de lo que expresamos cuando hablamos no describe al pie de la letra la acción que ocurre, sino que lo hace de forma figurada. Subirse por las paredes, ponerse las botas, tirar la toalla, estar hecho polvo, partirse de risa, tomar el pelo. El habla cotidiana está cuajada de giros, exageraciones y frases hechas cuyo significado no es igual a la suma de los significados de las palabras que los componen. Los chistes (y también no pocos disgustos de los estudiantes de castellano) se nutren en buena medida de estos dobles significados no evidentes.

La palabra literalmente funciona pues como una especie de desactivador de frases figuradas. Cuando decimos que algo ha ocurrido literalmente, estamos avisando a nuestro interlocutor de que, en este caso, lo que estamos diciendo describe al pie de la letra lo que pasó. Cuando me calzo antes de salir de casa, me pongo literalmente las botas. Spiderman está que se sube por las paredes, literalmente. Este ha sido el uso tradicional de literalmente.

Pero se nos gastó literalmente de tanto usarlo. Desde hace tiempo, no es raro encontrárselo en contextos en los que no hay nada de literal en lo que se dice.

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